El color de las palabras II - Poesía ilustrada

De las imágenes a las palabras

Y si en un principio los colores y las formas recreaban las palabras, ahora son las palabras las que nos revelan el sentido de los colores y las formas en el complejo e imprevisible proceso de crear.



Los procesos creativos de "El color de las palabras"


Mercedes Ballesteros Fernández


Crear en un lienzo imágenes de las palabras es un proceso complicado, que requiere una serie de pasos para conseguir plasmar todas las emociones que transmite un poema, porque el amor, la pasión o la soledad son sentimientos difíciles de representar debido a su abstracción.

Con relación al poema que tengo que ilustrar, al leerlo varias veces, las palabras comienzan a transmitir sensaciones que después hay que transformar en imágenes y colores, que he ido realizando en diversos bocetos con variaciones, hasta encontrar el que mejor represente las emociones que me ha transmitido el poema.

El nivel de auto exigencia que me he impuesto con este trabajo es mayor, debido a que el autor del poema que tengo que ilustrar es mi amigo y también mi profesor, por lo que me resulta más complicado, pero a la vez me produce gran satisfacción el poder intercambiar y compartir opiniones con él.

Durante el tiempo que ha durado la creación de la obra he variado los colores, debido a que los empleados al inicio no conseguían transmitir lo que quería.
De un poema no se puede dar forma a todas las imágenes que éste tiene, por lo que decidí representar varias partes que formen un todo comprensible. Por eso, he querido expresar con un espacio sin testigos, que dos amantes, aún no estando juntos, pueden amarse en la distancia, sirviendo las huellas en la arena como símbolo de la permanencia del amor, pues aunque el agua, la lluvia o el viento las borren, siempre aparecerán otras que recuerden la magia de sus encuentros.


Sobre el mismo poema he realizado un segundo trabajo más abstracto.
Tenía en la mente que las formas que representasen el espíritu del poema deberían tener líneas suaves y sencillas, sobre todo que partieran del círculo, porque para mí del círculo parte la vida y el poema transmite amor, pasión y vida.

Por eso, el trabajo está compuesto básicamente de formas curvas, superpuestas, transparentes en algunos puntos, que salen del espacio del lienzo para simbolizar lo invisible del círculo que une a los amantes.

El fondo, deseaba que no fuese plano y que tuviese una atmósfera común con el trabajo anterior. Así que lo pinté con nubes y ligeras formas que asemejan montañas lejanas.

En los colores, he empleado los mismos tonos que en el primer cuadro, salvo el color violeta-azulado que elegí para simbolizar la pasión de dos seres que se aman por encima del tiempo y del espacio.


La tristeza es un estado de ánimo que llega sin causa aparente, que anula toda la razón, creando una atmósfera cerrada llena de melancolía y soledad, y que consigue que la lógica choque contra una pared de dudas y de miedo de la que es difícil salir.

En este trabajo, he buscado esa atmósfera que transmitiera la opresión y el dolor del poema, por eso en la pintura aparecen muros de ladrillos y losas que no dejan espacio ni para la esperanza ni para pasar al otro lado, donde la paz y la alegría permanecen.

Con los colores fríos, que abundan en el lienzo, también he intentado que las formas transmitan sensaciones de tristeza y aislamiento. En la flor he querido simbolizar la vida y el camino que existe cuando ese estado de ánimo desaparece; aunque la flor esté pillada y sujeta con el muro, siempre se encuentra una luz al final del túnel.







María Rosa del Casar Díaz


A pesar de haber colaborado en la anterior ocasión con "El color de las palabras", la idea de hacerlo en ésta supuso un atractivo añadido, mayor ilusión y cierta carga de responsabilidad, pues nunca antes el creador de las palabras pudo ver mi particular interpretación plástica.

Leo el poema, no es necesario asimilarlo, sus palabras me pertenecen, por lo que las ideas fluyen con cierta facilidad cuando decido elaborar el boceto dejándome llevar por su ritmo. Así creo una base con una franja plana, quieta, monocromática, que comienza a dinamizarse; surge el color por un momento de forma explosiva, para después calmarse configurándose la totalidad del conjunto en una línea baja de horizonte.

Participando de esta base, y cortando la composición por la diagonal en dos planos unificados por el fondo, dispongo "mis particulares recursos expresivos" tratando a la vez de crear cierta ambivalencia en la simbólica imagen del tiempo, que rebasa el espacio compositivo y que, aunque resulte previsible su continuidad, la dejo abierta a la interpretación del espectador.

Como se verá, el color es elemento de gran importancia, además de intentar transmitir fuerza y optimismo a la obra, forma parte de una identidad pictórica que ni puedo ni quiero -menos que nunca en esta ocasión- dejar de plasmar.

Quedan pues, a mi manera, coloreadas las palabras. Si su "color" os complace, disfrutadlas.







Mario Fournier


Para interpretar en imágenes la poesía "Marzo III", de la que soy autor, realicé una composición sencilla y callada, donde la luz es protagonista. Una luz general que impregna, sin efectismos, las formas figurativas y el espacio que nace del contraste entre las plantas quietas.

Una imagen para transmitir serenas vibraciones, inspirada por hojas de mi jardín transformadas en dibujos, que fueron la base de la pintura.







María del Mar García-Largo


Leí el poema,
escuché el poema,
sentí el poema.


Para poder enfrentarme al lienzo en blanco y empezar con el proceso creativo, tengo que lograr la paz; la paz en mi cuerpo y en mi mente para poder sentir mi Alma.

No es fácil conseguir la quietud en el espacio, cuando estamos rodeados de diferentes guerras. Casi siempre recurro a la música que escucho en soledad, la pongo excesivamente alta para que inunde toda la habitación.

Me dispongo a preparar los botes de pintura, generalmente utilizo una reducida gama de colores, que en este caso roza la austeridad. Mario me lo ha puesto muy fácil, sabe que con el blanco y el azul estoy en mi mundo cromático.

Prefiero poner dos lienzos juntos sobre el suelo para poder ver como la pintura pasa de aquí hacia allá libremente, como cambian la composición, el equilibrio, el ritmo y se crean diferentes espacios en el mismo lugar y momento, partiendo de la misma fuente de inspiración: el poema.

Pinté de blanco los lienzos, algunas veces tiro la pintura por encima sin orden, pero en este caso utilicé una brocha para repartirla por las superficies, después las manché de azul, de nuevo el blanco y casi al instante un impulso me llevó a retirar toda la pintura con las manos y volver a empezar. Doy vueltas alrededor de la composición, me agacho, me levanto, muevo la pintura, más blanco; el azul engulle todo; falta agua, sobra agua. No sé si yo domino la pintura o es ella la que me domina a mí en este frenético ritual.

Me gusta sentir la libertad de lo no pensado, de lo no preciso, me gusta seguir el impulso intuitivo primitivo del ser humano.

Me gusta que me roce el espíritu salvaje de un mundo inexistente. Cuando lo logro la obra está terminada.







Lorena Gómez Álvarez


Conexión inmediata. La primera vez que leí el poema "Hondos espacios" de Mario Fournier sentí que una parte de mí estaba vinculada a esas palabras que, de manera natural y con magnífica fluidez, expresan ese vínculo especial entre dos personas, forjado a lo largo del tiempo y las emociones.

Sentimientos relacionados con la química del amor mantenida a lo largo del tiempo, la confianza, la ternura y la pasión, expresados a veces mediante elementos contrapuestos como luz/penumbras, silencios/gritos, alegrías/tristezas, se combinan en un poema dinámico que gana ritmo "in crescendo" para concluir, en los dos últimos versos, con una vuelta a la calma.

Además del tipo de ritmo y de los sentimientos de los que habla, hay varias palabras clave en el poema que han marcado mi proceso creativo.

La primera es "ojos", que se repite hasta tres veces a lo largo del poema y a ellos se hace referencia en todas las estrofas. Son ojos sensibles, curiosos y expresivos.

"Inocencia" es otra palabra clave del poema, vista como esa capacidad para seguir asombrándote en la vida pese a haber vivido ya muchas situaciones y circunstancias de todo tipo. También ese concepto se vincula con la capacidad de renovación, al mimo tiempo que se mantiene en esencia todo lo que uno es.

Asimismo, las palabras del poema me hicieron visualizar desde el principio los colores verde y gris ("...tus ojos verdes, agrisados en invierno..."), y la imagen de un amanecer ("...reflejan amaneceres invisibles..."), de un punto de luz de gran energía ("...rechazan las penumbras..."), renovado, puro.

En cuanto a la composición, tenía claro que debía ser dinámica pero con una dirección y progresión que simbolizara ese camino por el día a día que nos hace crecer.

La luz de mi trabajo debía ser intensa, pura, renovada y de gran presencia, para que simbolizara el alma y el aura de la persona a la que se refiere el poema. Esa persona no tiene sexo definido en el escrito, pero yo desde el principio pensé en una mujer (quizá porque me veía a mí misma).

Basándome, por tanto, en estas primeras percepciones y sensaciones fui elaborando dos trabajos en torno a "Hondos espacios". Son dos trabajos muy distintos en cuanto a la técnica y al tipo de estética aunque, una vez terminados, me di cuenta de que guardaban algunas similitudes en la estructura de la composición, así como algunas referencias cromáticas.


El primero de ellos, fue más fruto del primer impulso creativo y tiene una simbología quizá menos evidente que el segundo. Visualicé una aurora boreal que representara los ojos verdes, así como la luz intensa y renovada que, por un lado es nueva cada día, pero que en esencia es la misma pese al paso del tiempo. Esa luz debía tener fuerza y expresividad (como la cuarta estrofa), así como movimiento que simbolizara la actitud de la persona del poema a lo largo de la vida. Al mismo tiempo quería representar un espacio profundo, que no fuera fácil conocer a simple vista, que pareciera lejano ("...sentimientos, lugares, escondites..."). Debía ser un paisaje en calma, pero calma relativa. En síntesis, simbolizar ojos como "hondos espacios que guardan tu luz".



El segundo trabajo, se forjó a través de muchas y repetidas lecturas del poema. Entonces mi objetivo fue hacer más explícitas partes del poema que estaban implícitas en el primer cuadro. Quería destacar más el papel de los ojos, del paso del tiempo, de la evolución a lo largo de la vida. Empecé a buscar recortes de revistas con rostros de mujer, ojos verdes agrisados, relojes, círculos, diferentes formas verdes y grises, partes del cuerpo... Así poco a poco fui seleccionando las imágenes que expresaban aquello que tenía visualizado.

Encontré la cara de una mujer de ojos cerrados pero que igualmente me pareció muy expresiva. Además el hecho de que tuviera los ojos cerrados hacía, irónicamente, que me fijara más en ellos. Encontré la misma mujer, pero de menor tamaño, lo que podía permitirme relacionarlas con el paso del tiempo (es la misma mujer que antes, pero mayor, la vida la ha hecho crecer pero no ha cambiado).

Otros elementos colaboran en dar sentido al paso del tiempo, como la bicicleta antigua en blanco y negro cuya rueda simboliza un reloj. Está manejada por un hombre, su movimiento no depende de la protagonista del poema, es inexorable. También hay otro reloj en la composición, sobre la cabeza de una de las mujeres, que hace referencia a cómo ella misma piensa en el tiempo. A la otra mujer le salen unas líneas de la cabeza que igualmente simbolizan sus pensamientos, que fluyen hasta salir de la escena. Hay una libélula posada sobre su nariz ("...anhelan ideales imposibles...", "se posan en mis gestos...").

Ambas mujeres son idénticas y tienen la boca abierta, desde la cual se asoma un ojo ("...ojos verdes, agrisados en invierno...") que mira en direcciones opuestas con asombro. Así se hace referencia a la inocencia, curiosidad, pero también a la cuarta estrofa ("...tus ojos no necesitan de palabras...") y a los dos últimos versos ("cuando los beso con tanta ternura...").

Hay un paisaje creado a partir de partes del cuerpo, en blanco y negro, y otro elemento verde que es como una planta de la que brota una mujer-flor que recuerda la idea de lo que nace y es perecedero, así como incluye los colores verde y gris que visualicé en la obra desde el principio. El paisaje es uno de esos lugares, escondites, mencionados en la segunda estrofa. El fondo del collage es un amanecer de una luz intensa, un día extendido y despejado, como los que añora la protagonista de la historia.

Todos estos elementos compositivos y simbólicos se unen en una composición que sigue un ritmo sinuoso y ascendente, de atmósfera tranquila pero en movimiento.

Para concluir me gustaría destacar que para mí han sido muy satisfactorios tanto el proceso creativo en sí, como la posterior elaboración plástica, sobre todo porque me he sentido muy cómoda con el texto, a la vez que identificada.







Carmen Merino


¿Por qué esta poesía y no otra? Cuando la leí por primera vez lo entendí, era perfecta.

Esto hizo plantearme varias opciones para ilustrarla, una de ellas era lo aprendido en teatro, probé. Leí tantas veces este texto que terminó formando parte de mí, busqué entre mis experiencias, soñé, lloré... transité esas experiencias y dibujé-expresé esas reacciones: fue increíble lo que estas palabras encontraron en mi interior.

Otra de las opciones que me planteé, fue simplemente ilustrar sin involucrarme tanto, intentar anular todo lo que me había pasado anteriormente, pero no pude, ya formaba parte de mí, era yo, me estaba pasando.







Concha Mora Villapalos


El proceso creativo de "Límites" empezó en el momento en que Mario me entregó parte de sus pensamientos o sentimientos.

Con sus "quisiera" te lleva a espacios íntimos, a deseos que no tienen salida, que estan limitados, y a formas invisibles que te hacen retraer; luces que llegan y se pierden, vidas que se desarrollan y te van dejando y tú, como siempre, dentro de los "límites".

Pero siempre, y aún dentro de estos límites, me siento afortunada por haber encontrado esta maravillosa forma de expresión.

Todo esto te lleva a buscar formas y colores, y van apareciendo líneas que forman polígonos, o simplemente líneas moduladas que juegan con los colores, que limitan el espacio, que se abre o se cierra creando ambientes misteriosos, estáticos pero melancólicos o, como en este caso, opresivos, y en otros llenos de luz y armonía.

La elección de esta composición es por la sensación de límites en un interior que necesita tener puntos de fuga y ventanas abiertas al exterior.

Todas las ideas o bocetos me sugerían una misma tonalidad, sólo variaban los elementos (las composiciones) predominando siempre lo abstracto.

Los cálidos (amarillos, naranjas, ocres, etc.) están limitados por potentes líneas negras y el fondo, más opresivo, tratado con zonas más oscuras que potencian el efecto.

Colores, líneas y formas geométricas que siempre son "expresión", igual que las palabras.


"Sólo hay que mirar"







Rubén Pecorari


Las ilustraciones de las poesías, "Todos esos otoños" y "Puertas", no es algo nuevo para mí, pues ya las había hecho cuando Mario me pidió que ilustrara su libro "Todos esos otoños, todos estos inviernos". En esa ocasión realicé dibujos en tinta sobre papel, agregando lápiz de color para la portada.

En este caso trabajé sobre madera que me permitió tratar los fondos con un tono que resaltara las vetas naturales del soporte; estas vetas acompañan la composición y completan la atmósfera que quería lograr.


En "Todos esos otoños", partí del dibujo original del libro, modificando los espacios y la forma de esa hoja-árbol que tanto antes como ahora me transmite (aún más por el color casi monocromo que utilicé) esa sensación de otoño-invierno que expresa la poesía.

Siempre me ha gustado realizar nuevas versiones de mis trabajos, sentir que una forma no muere en sí misma, que se puede modificar y renace renovada y diferente.





"Quiero cerrar puertas / que me duelen, / bloquearlas con candados, / con cemento;..."

En el caso de "Puertas", no tomé como base la ilustración anterior, necesitaba otra composición, trabajar con otros materiales, con volumen, con más fuerza expresiva porque así me lo exigía la poesía al cambiar el tamaño de la ilustración.

Para tratar de expresarlo, incliné el piso y la puerta para dar sensación de inestabilidad, de opresión, por esas puertas cerradas. Equilibré la composición con la pequeña pared de la derecha y la mancha de cemento que comienzan a bloquear la puerta, que ya está clausurada por la cadena y el candado.

Fue una elaboración lenta y trabajosa, primero para definir la composición y sus elementos, y luego para buscar y experimentar nuevas texturas que después de pintadas con óleo dieran la sensación de paredes, revoques de cemento, ladrillos o lastimaduras de puertas que duelen...

El resultado fue muy satisfactorio. Me interesó mucho poder reunir en un cuadro diferentes texturas y materiales que me ayudaron a expresar toda la fuerza que tiene la poesía.







Teresa Quintas Tejada


Desde la primera lectura de "Somos" tuve clara una imagen que acudía insistente, la amapola. Se hizo con el protagonismo, junto con el rojo y el verde, hasta tal punto que el resto de las líneas y colores surgieron de ellos o en relación a ellos. No quería hacer una ilustración o recoger demasiadas imágenes figurativas, sino llevar al lienzo las sensaciones y emociones que me sugerían las palabras. También tenía claro que el texto estaba lleno de colorido y suavidad, entendiendo al ser humano como prolongación de lo que lo rodea y parte de un todo en equilibrio, por lo que necesitaba líneas onduladas que no se cerraran claramente sino que se entrelazaran y jugaran con el color que, por otro lado, habría de derrochar fuerza pero serenidad y calma.

Mi corta experiencia artística me hizo más difícil la traslación de mis ideas al cuadro, empezando porque yo había concebido un boceto en disposición horizontal y tuve que reorganizarlo para su composición en vertical, cosa que me descolocó por un tiempo y me obligó a rediseñar una y otra vez las direcciones y líneas. Cuando se hubo resuelto el dibujo y, llevada por mi idea inicial, cubrí el lienzo de verde y rojo, surgieron los problemas de vibraciones entre ellos, problemas resueltos al corregir valores y delimitar los bordes con gris de ambos colores. El colorista entramado de la diagonal surge de la necesidad de representar otros colores que, desde el principio, veía en el texto como azules profundos y naranjas que, en el resultado final, aparecen acompañados por otros colores que fueron surgiendo de forma inconsciente o propuestos por compañeros y profesores.

He de decir que me siento satisfecha con el trabajo realizado, ya que representa la poesía tal y como yo la entendí y entiendo que somos: estamos llenos de matices pero ha de ser sencillo nuestro caminar por la vida.







María del Carmen Rodríguez del Casar


Sentada delante de un lienzo virgen, los colores fluyen a través de mis manos.

El blanco y el negro no existen.

Cada gris de la vida cotidiana se transforma en mi personal paleta de colores.

Poco a poco, las imágenes van cambiando hasta convertirse en el resultado definitivo de una forma irracional. Solo los últimos toque son racionales, el resto, simplemente sale del interior.

Imaginé la noche sin luz, pero llena de color porque, a pesar de todo, para mí el color está presente en todas partes. Y a partir de ese momento, cogí el pincel e hice que el lienzo dejase de ser blanco.







Pilar Rodríguez Fernández


Me planteo el trabajo de forma muy libre porque no existen límites ni en la técnica ni en el color, sólo hay que ajustarse a unas dimensiones. Confío en que una lectura pausada me acerque al sentir que Mario expresa en el poema que me dispongo a ilustrar.

Tomo notas a medida que lo leo. Esbozo dibujos en los que se asocien ideas y sentimientos. Trato de evitar lo figurativo y sin embargo la imagen que finalmente consigo lo es, pero los simbolismos de los que está llena la alejan de un tiempo y de un espacio concretos. Eso me convence y decido trabajar sobre ella.

La composición -disposición, tamaño, elección de elementos, color, técnica...- intenta representar de manera simbólica el contenido de "Palabras". La torre, con diferentes tamaños e inclinaciones, es el elemento principal en el cuadro. Es una torre de Babel que, como la bíblica, nace para la concordia y sin embargo nos confunde y nos separa. Una torre principal se eleva hacia el cielo en la esperanza de que prospere el entendimiento y se propague entre los hombres. Sus ventanas son la voz del alma que transmite incertidumbres y certezas. Voces que dibujan el paisaje, el día y la noche, y rondan el sueño en cada luna. Torres inclinadas, torres de duda inestables; torres cerradas ocultando secretos; torres escondidas que albergan miedos; torres invertidas detestables... Torres a las que se accede mediante el esfuerzo y la perseverancia.

El cuadro pretende enaltecer el valor de LA PALABRA a través de esa torre-guía victoriosa en primer plano. Detrás y en el centro una luna-muerte omnipresente, en la que no existen sombras porque no hay drama en el fin de la vida si la vida y la palabra permanecen, como esta luna, iluminadas.


No sé cómo se plantea un novelista una novela, un dramaturgo su pieza teatral, el que escribe poesía sus versos, pero conozco al autor de "Regiones intermedias" lo suficiente como para saber que sus poemas muestran lo más íntimo y veraz de cada sentimiento junto a un esmeradísimo cuidado en la forma. Es por eso que este poema es una vez más pura honestidad sin pretensiones. Es desahogo y grito silenciado, queja, cansancio y desánimo que sólo el cuidado y el afecto son capaces de templar.

La imagen plástica que yo presento es fruto de esta interpretación, subjetiva como cualquier otra, una entre los cientos posibles.

Acertada o no únicamente pretende intercambiar la dádiva.

Desconozco hasta que punto Mario se reconoce en mi trabajo, sólo sé que con los recursos que poseo y mucho entusiasmo este es el resultado y me siento satisfecha.







Sara Rojas Díaz


Esta obra para mí ha sido casi como un desafío. Desafío, porque conforme iba avanzando en la elaboración de mi idea y de su ilustración en el óleo las cosas se iban complicando.

El reto que se me planteó fue ilustrar una poesía. Leerla y dejar que comenzasen a nacer ideas en mi cabeza, ideas sugeridas por esa lectura y que fuesen capaces de interpretar la poesía.

No tardaron en surgir las ideas, pero entonces tocaba bocetar en un papel dichas imágenes que, hasta ese momento, eran simplemente visionadas en mi cerebro. Quizás este es uno de los pasos que más conflicto me supone conmigo misma, sencillamente por el miedo que tengo de que la idea originaria cambie a la hora de ser trasladada al papel debido a mis limitaciones.

Una vez bocetada la idea, observé detenidamente el dibujo una y otra vez, lo que me llevó a modificar algunos aspectos de ubicación que no terminaban de convencerme. Tenía que pasar el dibujo al lienzo, lo que me obligó a modificarlo de nuevo, pero sin importantes complicaciones.
Mi miedo a variar la idea original había desaparecido. Esto me permitió modificar los colores sin ningún tipo de censura íntima, lo que enriqueció mi motivación, y arranqué a pintar con un ánimo que favoreció en todo momento que la obra no dejase de transformarse a lo largo de todo el proceso.

Cuando creí el trabajo acabado surgió de nuevo una complicación: el lienzo estaba mal preparado lo que hizo que brotasen una serie de manchas en la pintura. Después de superar mi lucha interna por no modificar mis primeras imágenes, me vi angustiada por la idea de tener que, obligatoriamente, volver a retomar la obra.

La búsqueda de un recurso que ocultase las imperfecciones no fue difícil, lo complicado fue volver a hacerme a la idea de que algo que yo creía concluido y aprobado no lo estaba.

Una vez retocado el óleo, resultó que el problema de las manchas había servido para mejorar la obra, ya que me había llevado a realizar una textura llena de dinamismo que empapó la obra de interés.

Así fue como, tras superar un reto que se volvió cíclico, logré resolver el primer planteamiento de ilustrar la poesía, con un transcurso en la elaboración de la obra que me ha enseñado a enfrentarme directamente con los conflictos que pueden aparecer en este tipo de representaciones, tan personales y a la vez relativas.







Alejandro Saldaña


Leyendo la poesía, comencé a trabajar sobre las imágenes que me transmitía y a ver los elementos que debía incluir en la ilustración: lluvia, sonidos, calles, charcos...

Primero dibujé unas nubes planas, geometrizadas, con el borde en línea, inspiradas en los dibujos en tinta de Aubrey Beardsley. En realidad, me apetecía basar toda la ilustración en sus dibujos.

Para representar el sonido, dibujé una especie de trompa (instrumento musical) que baja sinuosa y de la que salen formas curvas. En la parte inferior, un gran charco cubre todo el espacio y deja entrever un camino-calle que se pierde detrás de la trompa.

Y para completar la composición, las gotas de lluvia que caen y salpican en el charco y que siempre imaginé con mucha materia, al contrario del resto del cuadro que es liso.

Para el color, yo que siempre utilizo colores saturados, esta vez el tema me los pedía agrisados dentro de una gama fría. Tanto que, en un principio, pensé pintar el cuadro sólo en grises, pero me pareció que podía quedar muy triste y no lo hice.


Al leer la poesía para esta segunda ilustración sentí que los colores, a diferencia de la anterior, debían ser los que normalmente uso en mis trabajos.

Colores complementarios, saturados, con la fuerza que deben tener para poder expresar "un grito... cada golpe... una grieta... estallar en mil pedazos... el último golpe contra el muro...": todas imágenes violentas, de algo que está oprimido desde hace tiempo y que lucha por su liberación.

Sólo "las sombras que quieren acallarlo" me llevó a utilizar, para representarlas, un gris de color, formado por el rojo y el verde que aparecen en la composición.

La boca, en el ángulo superior izquierdo, me ayudó a expresar el grito en su etapa final, cuando desde una posición superior logra que las sombras que lo oprimían, se desvanezcan.

Una vez definidos la composición, el dibujo y los colores que iba a utilizar, me puse a pintar con el placer que siempre me da hacerlo.







Verónica Sánchez-Heredero Raso


En primer lugar, este trabajo lo quería realizar a través de la técnica del Informalismo, con materia, puesto que es con la que me encuentro más a gusto trabajando. Tras la primera lectura de la poesía vi que el contenido de ésta sí se podía adaptar a la técnica elegida. A continuación, empecé a centrarme en cómo representarla.

La primera imagen que vino a mi mente al leer la poesía fue la de un campo blanco, todo nevado, tranquilo y sereno. Pero tan sólo eso no era suficiente. Realicé varias lecturas más para poder extraer otros datos e ideas que me transmitiera la poesía. Todas esas ideas las fui plasmando primero en un boceto. Además del campo nevado, la poesía me sugería realizar un cielo azul grisáceo cubierto de nubes y con un aspecto frío e invernal. Esto lo lograría pegando papel y plegándolo para hacer las rugosas nubes. En la parte del suelo decidí realizar varios planos, porque así era como me lo imaginaba. Estos planos los haría en primer lugar con la ayuda de papel pegado y finalmente definiéndolos con pintura.

Poco a poco, de cada verso fue surgiendo una idea para representarla con un material concreto: en "...blancos tallos vencidos por el silencio...", pegaría sobre el lienzo pequeñas ramas simulando árboles sin hojas cubiertos de nieve. Tal vez aparecerían en varios planos. Otro de los versos me condujo a la idea de construir un pequeño muro de grandes piedras, derruido y cubierto también de nieve. Y finalmente, en una visión general de la poesía, me quedó claro que este trabajo debía transmitir tranquilidad y soledad, y que para ello no debía de haber excesivos detalles. También para lograr esa tranquilidad y soledad era muy importante el juego del color, limitado a blanco, grises y azules.

Teniendo en cuenta todo esto, y con el boceto creado, comencé a realizar el trabajo.







Santiago Sánchez Rodríguez


¿Cómo surge un cuadro?

Explicar eso es como dar forma al inicio del Universo.

A mí las ideas me surgen de dos maneras, principalmente. Por un lado, varias imágenes aparecen en mi mente en un momento dado, intento plasmarlas inmediatamente en papel, después las dejo madurar y, cuando encuentro un tema que les corresponda, las voy modificando hasta que el "bozzetto" me satisface. Una vez concluido el paso previo, paso al lienzo o material elegido, donde puedo llevar a cabo modificaciones para adaptarlas a las dimensiones del espacio. La cuestión de los colores va por separado, ya que casi nunca los tengo decididos a priori y, usualmente, salen sobre la marcha, además suelo dar una primera base con colores que nada tengan que ver con la idea que tengo en mente. Y al final hasta consigo, en ocasiones, que el resultado se parezca a mi pensamiento.

Pero vamos a centrarnos en "El color de las palabras". Mario me ha facilitado una poesía titulada "La jaula sola". Al leerla me da pena la jaula, ignorada por su inquilino y ajena a cuanto la rodea. Me vienen a la mente esos maridos que se buscan una esposa "bonita" y, cuando se quieren dar cuenta, el florero son ellos. También hay carceleros que son más prisioneros que los reos a su cargo. Es una cuestión de fuerza mental. El caso es que la leí y la dejé reposar. Y reposar. Y, en un momento dado, unos chorretones se escurren delante de un fondo liso. Trato de barajar otras opciones que se presentan, atropelladamente, tal como una malla que encierra la imagen con su estructura. Un cubo o un triángulo o una pirámide, pero de cristal, atrapan a una esfera, ésta se alarga y se transforma en la simple silueta de un pajarito. Una pared transparente intenta sujetar al ave, pero no me convence. Sigo con los chorreones de agua. Ahora trato de envolver al enjaulado con torrentes de gotas por delante y por detrás. Estamos en buen camino. Primero el círculo aparece por un costado, pero enseguida se muestra completo. Un poquito hacia la izquierda. El goteo deja paso a la simplificación del ave, al que trato de limitar con dos líneas, que podrán tener o no volumen. Estoy luchando un poco con los límites del agua y su lucha "espacial" con las líneas del pajarito. Bueno, pensaremos en el suelo. Liso total como el espacio superior quedaría un poco soso, así que pondremos un embaldosado en el mismo tono que el enjaulado. Y entonces las gotas abren huecos en las baldosas, ¿por qué no?. Volvemos al círculo acuoso con una nueva idea: proyectarlo en perspectiva como el suelo, es decir, la parte delantera más alta, dejando al pájaro que pase por delante de la zona trasera del torrente circula. Y... "voilà". Listo para pasarlo al lienzo.

En resumidas cuentas, la primera idea suele ser la mejor, sólo hay que elaborarla un poco.

Pero aún no he terminado. Entonces busco referentes y técnicas que me puedan ayudar en la realización del cuadro. En este caso concreto he contado con la colaboración de Google Earth. En esta página web está disponible una opción espectacular: puedes contemplar las 14 obras maestras del Museo del Prado en "super-mega-alta-high-resolution". En pocas palabras, se ve hasta el fondo del lienzo a través de las resquebrajaduras de la pintura. Para mis goteos elegí "El descendimiento" de Van Eyck, donde varios personajes están "adornados" con profusión de lágrimas. La alta resolución muestra la delicadeza con que el autor llevó a cabo tal menester: una ligera sombra por aquí, un toque de luz blanca por allá, y finísimas líneas blanquecinas insinuando los recorridos de las lágrimas. En algunas zonas la línea se ensancha, en otras se estrecha. También utiliza ligeras transparencias en los supuestos abultamientos de las gotas, consiguiendo volumen sutil donde no lo hay. Es una obra magnífica que me sorprendió cuando pude observarla en el propio museo.

Lo difícil será llevar todo esto a la práctica.

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